La preocupación por el ambiente en Costa Rica es paradójica. Entre algunos actores políticos y económicos se resalta su importancia y se aprovecha lo que se ha logrado: imagen internacional, turismo, recursos y –ante todo- esquemas de conservación que son palpables. Pero también, son reiteradas las referencias a la protección ambiental como un obstáculo para el desarrollo, un trámite innecesario o un impedimento para resolver las inequidades que el estilo de desarrollo no logró corregir en décadas. En la ciudadanía la paradoja se repite: nos importa el ambiente, hablamos de él, entendemos mejor su importancia e identificamos lo que es “bueno” o “malo” hacer; sin embargo, esperamos que otros resuelvan, nos cuesta cambiar los hábitos, y necesitamos que nos empujen un poco.